Tumbada en el sofá cierro los ojos y siento que aun estás aquí,
Puedo sentir el tacto de tus dedos enredándose en mi pelo,
Tu corazón latiendo fuerte y alto contra mi oído pegado a tu pecho,
Siento que puedo oler tu piel al hundir mi naríz en tu nuez,
El roce de tus labios rebosando sentimientos deseosos de salir,
Esa sensación de calidez y tranquilidad que solo me aporta el estar entre tus brazos,
Oigo ese placentero silencio de no tener que hablar porque a veces no hace falta,
Silencio interrumpido por un susurro que estremece mi alma:
......... Te quiero ...........
Abro los ojos de golpe, miro a mi alrededor y no estás aquí
Y mi alma desgarrada llora porque ya no sabe vivir sin ti.
CAZANDO SUEÑOS
domingo, 9 de octubre de 2011
sábado, 5 de febrero de 2011
Balas que pintan sonrisas
Un tarde cualquiera el paintball nos presentó
y en una batalla, solos tú y yo, nos enzarzó.
Un balazo mío tu cuello alcanzó;
Y aunque entonces no lo supiéramos, eso nos unió.
Entre nosotros nada ocurrió
pues el destino solo aquel día nos juntó.
El tiempo pasó
y la pintura se disipó.
Seguimos caminos separados.
Decepción, dolor y llanto,
sufrimos cada uno por nuestro lado.
Y, yo por lo menos, creí que nadie más conseguiría ilusionarme.
Pero estaba equivocada, puesto que meses más tarde,
el destino hizo que nos encontráramos por casualidad.
Poco después, una cena nos juntó,
Y la ilusión por vivir algo nuevo a los dos nos devolvió.
Casi podía oler la pintura con la que un día marqué tu cuello,
Y ver en ti otra vez ese algo que aquella tarde me gustó.
Aunque sabíamos que no iba a ser un camino fácil...
Ya era demasiado lo que sentíamos el uno por el otro como para no cruzar el puente.
Hoy quiero decirte que, pase lo que pase,
Nunca me arrepentiré de haber cruzado ese puente que me llevó a tus brazos,
Esos brazos que cuando me aprietan contra tu pecho hacen que me llene por dentro, haciéndole cosquillas a mi alma.
Porque por muy mal que vaya el mundo, cuando estoy contigo los problemas desaparecen.
Porque hacía mucho tiempo que mis ojos no brillaban tanto al mirar a nadie.
Porque no puedo dejar de sonreír cuando estás cerca o cuando oigo tu voz.
Porque cuando tus labios se acercan a los míos siento que los une una corriente eléctrica.
Porque me gustan nuestras charlas hasta altas horas de la madrugada,
Y nuestros silencios, rotos con caricias,
Esas caricias que hacen que te duermas acurrucado en mi pecho,
porque te sientes seguro ahí, conmigo.
Por todo eso te doy gracias:
Gracias por hacerme feliz,
Incluso cuando me chupas la nariz.
martes, 28 de diciembre de 2010
Labios sellados,
Palabras que no se dicen,
Ojos que hablan,
Miradas que lo dicen todo.
Te miro y me miras;
El reloj se detiene,
y es que no pasa el tiempo
mientras te observo.
Una corriente eléctrica llega a mis labios
cuando siento que los tuyos se acercan.
Me acurruco en ese huequito que me presta tu hombro,
ese huequito que parece hecho exclusivamente para mí,
Tus brazos apretándome contra tí;
Y allí se inunda de vida mi pecho,
acariciándome por dentro...
Y es en ese momento cuando todo mi ser
grita te quiero en el más profundo silencio...
Palabras que no se dicen,
Ojos que hablan,
Miradas que lo dicen todo.
Te miro y me miras;
El reloj se detiene,
y es que no pasa el tiempo
mientras te observo.
Una corriente eléctrica llega a mis labios
cuando siento que los tuyos se acercan.
Me acurruco en ese huequito que me presta tu hombro,
ese huequito que parece hecho exclusivamente para mí,
Tus brazos apretándome contra tí;
Y allí se inunda de vida mi pecho,
acariciándome por dentro...
Y es en ese momento cuando todo mi ser
grita te quiero en el más profundo silencio...
sábado, 18 de septiembre de 2010
Oscuridad
No hago más que ir buscando luces,
Pequeños destellos de claridad que iluminen el suelo por donde ando
Y den sentido a mis pasos.
Hace unos días me encontré allí,
Cara a cara con mi reflejo.
Era extraño porque yo sonreía pero mi reflejo no.
Entonces me mostró la realidad,
Esa que yo no había querido o no había podido ver en todo este tiempo.
La ilusión me mantenía viva, esperando(te), pero al mismo tiempo me robaba mi felicidad.
Con la mirada más triste respiré por última vez su dulce aroma
Y le dije mientras lo apuñalaba “ahora eres libre para marcharte, aquí te digo adiós”
Le di un beso en la frente y se transformó ante mis ojos en lo que realmente era.
Sin vida en los ojos y el corazón apagado,
Sin saber siquiera si algún día me volvería a latir,
Seguí mi camino con la única llama de vida que me quedaba.
Hoy una ráfaga de aire la ha apagado sin compasión.
El universo se cierne sobre mí,
Abrazándome con su inmensa oscuridad,
Dejándome ciega y de rodillas, rota de dolor postrada en mitad de mi camino.
Universo, hoy te lo pido: dame una chispa que me ayude a seguir.
martes, 1 de junio de 2010
Soy un juguete
Soy un juguete viejo.
Para tí, soy ese juguete que dejas de usar cuando ves uno nuevo;
Sin mayor explicación te vas con el juguete nuevo,
mientras yo, aquí tirada, veo lo maravilloso que parece para tí jugar con él.
Tras varios días sin ver al juguete nuevo, quieres volver a jugar conmigo;
me ves reacia y me dices que nunca has dejado de querer jugar conmigo,
pero mis ojos y mis oídos de plástico no están muy de acuerdo.
Ellos creen que sólo vienes a mí porque echas de menos jugar o porque te has cansado del juguete nuevo,
pero no porque pienses que soy el mejor juguete del mundo.
Soy un juguete nuevo.
Para tí, soy ese juguete con pilas, que anda, ríe, come, caga y llora;
mientras tú simplemente permaneces inmóvil, sin articulaciones, muñeca de trapo.
Como buen juguete viejo que se precie, no entiendes los cambios ni el progreso,
y te niegas a entenderlo... diciéndo una y otra vez que lo normal para los niños es jugar con muñecas de trapo;
juzgándome y rechazándome sólo porque no entiendes que ya vivimos en otra época y que si tan sólo pudieras adaptarte a los cambios podríamos ser amigas.
Soy un juguete viejo.
Para tí, soy ese juguete que tienes desde hace muchos años,
pero que aun así nunca deja de gustarte por muchos juguetes nuevos que te regalen.
Juegas con ellos unos días, sin dejar nunca de hablarme, para no usarlos nunca más
y volver a emplear todo tu tiempo en mí.
Pase lo que pase nunca dejo de ser tu juguete preferido,
ese juguete con el que siempre tienes ganas de jugar.
Y es que entre tus brazos siempre parece que todo va bien.
domingo, 10 de enero de 2010
El día de mi muerte
La oscuridad estaba empezando a cernirse sobre las calles cuando crucé la puerta. Tras dar unos cuantos pasos… me sentí observada, inundándome esa sensación mezcla de “serán tonterías mías” y “sé que algo malo va a pasar”… Entonces eché la vista atrás y allí estaba ese hombre, de unos 40 años, musculoso y con un toque siniestro, siguiendo mis pasos, sin apartar su mirada de mí…
Quise mantener la calma, seguir andando como si nada, pero algo en mi interior me dijo: “corre, corre antes de que sea tarde”, así que, siguiendo ese instinto, equivocado o no, empecé a correr sin sentido, sin rumbo fijo… desviándome una vez y otra, cruzando diferentes calles para que perdiera mi pista… pero para mi desgracia, seguía corriendo detrás mía y cuando quise darme cuenta estaba acorralada en un túnel, en el que sólo había pasadizos con puertas y candados…
¡¡Perfecto!! Servida en bandeja y con un cartel que dice “enciérrame aquí y haz conmigo lo que quieras…” Ya no tenía escapatoria… él era más fuerte y grande que yo… estaba entre la espada y la pared; así que me llené de todo el valor que pude y le dije con voz orgullosa:
- ¿Y, bien? ¿Qué quieres?
- Sígueme – me dijo mientras cerraba el candado y guardaba la llave en su bolsillo.
Le seguí en silencio por esos oscuros y húmedos pasadizos sumida en mis pensamientos… ¿A dónde me llevaba? ¿Quería violarme? ¿Matarme? ¿O simplemente le gustaba asustar a chicas como yo antes de irse a dormir?
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando lo oí decir:
- Ya hemos llegado.
Alcé la vista y me encontré en una lúgubre habitación llena de objetos antiguos, entre los que destacaba un lujoso sillón de cuero rojo en el que había sentado un hombre de unos 27años, con melena negra y bastante guapo, que me miraba con una sonrisa y una mirada que ponían los pelos de punta…
- Acércamela – dijo el hombre del sillón.
El hombre mayor me cogió por el brazo y me hizo arrodillarme frente a él.
- Una buena presa – dijo el joven al acariciar mi cara – Es preciosa.
Aparté mi cara de sus manos como una yegua salvaje intentando ser domada y lo miré con los ojos rebosantes de furia y rabia… y le dije:
- ¡Yo no soy presa de nadie! ¡Déjame ir!
El hombre se rio escandalosamente (al parecer había dicho algo divertido…) y dijo:
- Vaya, Gerald, esta tiene cojones jajajaja déjame a solas con ella.
Vi al tal Geral marcharse y cerrar la puerta tras de sí con llave. Me levanté y retrocedí unos pasos asustada.
- Perdona mis modales, me llamo Alexander. ¿Tú eres…?
- ¡¿Y a ti que coño te importa como me llame?! ¡¿Qué quieres de mí?!
- Ya te lo he dicho… eres una presa… necesito almas humanas para vivir.
- ¿¿Cómo??¡¿Qué coño eres?!
- Difícil pregunta… digamos que algo así como el Dios de todos los espíritus oscuros…
- ¿Y te alimentas de almas humanas?
- Así es.
- ¿Cómo lo haces?
- Hay muchos espíritus oscuros en estos túneles, Gerald consigue traer presas hasta aquí y ellos hacen el resto. Primero los convierten en estatuas con diversas formas, aún con vida y alma, pueden sentir pero no pueden moverse. Yo soy la autoridad aquí y los espíritus oscuros tienen que respetar la jerarquía: primero me alimento yo y luego ellos. Cuando tenemos hambre, resquebrajamos la piedra dejando salir el alma de su interior, y la devoramos.
- ¿Es la única forma, transformándolos en piedra?
- También tengo una parte humana, y como tal, puedo gozar de los placeres carnales y absorber almas en el climax, pero sólo se hace en casos excepcionales, está mal visto por los dioses, es como rebajar a nuestra raza, como si la reina encontrara a su hija follando con un barrendero…
- Lo he cogido… ¿Duele?
- A mi no me preguntes… pero supongo que la transformación en piedra es bastante dolorosa… Se va paralizando cada músculo, poco a poco, hasta no poder respirar y deja de latir el corazón… una muerte lenta y dolorosa del cuerpo… aunque el alma no muere, quedando atrapada en el interior de la piedra.
- ¿Y de la otra manera?
- Si no eres virgen… JAJAJAJA
- Así que no duele ¿no? Es algo así como morir de placer…
- Si, podría decirse que sí.
- Parece la mejor forma de morir entonces… ¿Qué tengo que hacer para ser una excepción?
- ¿¿Cómo dices?? – dijo con cara de incrédulo y los ojos desorbitados.
- Todos tenemos que morir algún día… Llevo toda mi vida soñando que me asesinan de mil formas diferentes y ninguna es agradable… Así que dime qué tengo que hacer para morir aquí y ahora disfrutando de uno de los mayores placeres de la vida.
- ¡¡Joder!! 1000 años de vida y jamás me había encontrado con nadie como tú… Tráeme más almas humanas y te daré encantado la muerte que buscas.
- ¿Eso es todo? ¿Traigo aquí un par de humanos para que los mates y ya?
- Eso demostraría tu frialdad, tu inhumanidad, y serías digna de mí.
- Trato hecho.
Estrechamos nuestras manos y gritó:
- ¡¡ GERALD!! ¡Abre la puerta!
- ¿Si, Señor? – dijo Gerald haciéndole una reverencia.
- Vamos a dejar a nuestra invitada que se marche.
- ¿¿Cómo dice??¿¿Pero por qué Señor??
- He dicho que se marcha y tú no tienes ni voz ni voto en esto. Prepárame un baño y un par de estatuas para la cena, ¡¡rápido!!
- Enseguida Señor, siento mucho haberlo cuestionado.
Gerald me dio la llave y salió apresuradamente de la habitación, dejando esta vez la puerta abierta para que yo pudiera irme. Así que empecé a andar hacia la puerta, me paré antes de atravesarla y me giré para mirar a Alexander. Tenía su mirada fija en mí, observándome con fascinación. Y con mi sonrisa más seductora le dije:
- Estaré aquí cuanto antes con tus almas y mi piel bajo tus dedos.
Se acercó a mí y me acarició de nuevo la cara, aunque esta vez no me miraba como se mira a un pollo asado, sino como se mira a una mujer desnuda.
- Vete.
Me di la vuelta y me marché despacio, con una sonrisa en la cara, siguiendo el mismo recorrido que había hecho con Gerald para no perderme.
Mi sonrisa no era por Alexander, ni por la muerte que me había prometido, no. Mi sonrisa era porque me había burlado de un experimentado Dios de 1000 años, que había creido cada una de mis palabras y mis gestos. Saldría de ese túnel y no volvería, porque era una oferta tentadora morir sabiendo que vas a morir y sabiendo que no sufrirás, que será placentero… pero a la vez repugnante… y dar a cambio vidas de otras personas… jamás haría algo así, pero al parecer, había actuado muy bien.
Entonces cuando estaba a unos metros de una puerta vi una figura translúcida y oscura que me dejó helada. Vi cómo disparaba un rayo hacia una estatua, esta se rompía en mil pedazos y salía el alma de su interior, una preciosa y brillante alma azul… que el espíritu hizo desaparecer para siempre. Sólo me dio tiempo a dar dos pasos cuando hizo lo mismo con otra estatua.
Miré alrededor y vi una estatua más, una de un pequeño perrito, que algún día debió ser una persona… Corrí hacia la puerta y la cerré de golpe, dejando al espíritu al otro lado, maldiciendo, y llevándome conmigo la pequeña estatua.
Esta vez si tenía que correr, el espíritu estaría enfurecido e iría a contarle a Alexander que había salvado un alma humana y éste mandaría matarme de una forma cuanto menos dolorosa…
Corrí y corrí tan rápido como pude hasta salir del túnel y seguí corriendo hasta llegar a una plaza llena de gente para estar segura de que ya estaba realmente a salvo.
Una vez allí, me senté en un banco, atenuada, me temblaban las piernas y me costaba respirar. Cogí la estatua, la miré a los ojos y dije:
- No sé si puedes oírme, no sé si podrás volver a recuperar tu cuerpo humano, ni siquiera sé si podré liberar tu alma… pero no podía dejar que fueras devorado por un demonio.
En ese momento vi un destello en los ojos de la estatua…
Nunca olvidaré esos ojos que me miraban llenos de agradecimiento.
sábado, 9 de enero de 2010
Escapando del miedo
Una vez más, esta noche, he vuelto a enfrentarme con mis miedos.
Esa sensación de saberme en peligro,
de intentar mantener la calma por un momento,
pero instantes después salir corriendo.
Calles y más calles,
hasta quedar arrinconada en un túnel sin salida,
con puertas de hierro y candados que echar.
Entonces, como es habitual, pienso que mi final está cerca,
que todo está perdido y mi vida colgando de un hilo.
Pero para mi sorpresa, en este sueño al dolor consigo engañar;
Con eso mismo, con engaños y falsas promesas de que volveré a él,
cuando en realidad corro por esos túneles por ser libre;
Aunque no sin jugarme la vida en el camino,
sacrificándome además por estatuas de piedra, que ni siquiera sé a quien pertenecían,
dando mi vida por ellas aun sin saber a ciencia cierta si volverán a recuperar su cuerpo humano,
Sólo porque tengo esperanza.
Quizá simplemente un sueño...
Quizá algo esté cambiando en mí...
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