sábado, 5 de febrero de 2011

Balas que pintan sonrisas



Un tarde cualquiera el paintball nos presentó
y en una batalla, solos tú y yo, nos enzarzó.
Un balazo mío tu cuello alcanzó;
Y aunque entonces no lo supiéramos, eso nos unió.
Entre nosotros nada ocurrió
pues el destino solo aquel día nos juntó.
El tiempo pasó
y la pintura se disipó.

Seguimos caminos separados.
Decepción, dolor y llanto,
sufrimos cada uno por nuestro lado.
Y, yo por lo menos, creí que nadie más conseguiría ilusionarme.
Pero estaba equivocada, puesto que meses más tarde,
el destino hizo que nos encontráramos por casualidad.
Poco después, una cena nos juntó,
Y la ilusión por vivir algo nuevo a los dos nos devolvió.
Casi podía oler la pintura con la que un día marqué tu cuello,
Y ver en ti otra vez ese algo que aquella tarde me gustó.
Aunque sabíamos que no iba a ser un camino fácil...
Ya era demasiado lo que sentíamos el uno por el otro como para no cruzar el puente.
Hoy quiero decirte que, pase lo que pase,
Nunca me arrepentiré de haber cruzado ese puente que me llevó a tus brazos,
Esos brazos que cuando me aprietan contra tu pecho hacen que me llene por dentro, haciéndole cosquillas a mi alma.
Porque por muy mal que vaya el mundo, cuando estoy contigo los problemas desaparecen.
Porque hacía mucho tiempo que mis ojos no brillaban tanto al mirar a nadie.
Porque no puedo dejar de sonreír cuando estás cerca o cuando oigo tu voz.
Porque cuando tus labios se acercan a los míos siento que los une una corriente eléctrica.
Porque me gustan nuestras charlas hasta altas horas de la madrugada,
Y nuestros silencios, rotos con caricias,
Esas caricias que hacen que te duermas acurrucado en mi pecho,
porque te sientes seguro ahí, conmigo.
Por todo eso te doy gracias:
Gracias por hacerme feliz,
Incluso cuando me chupas la nariz.

No hay comentarios: